Según consta en artefactos ceremoniales del Imperio Mochica, hallados en Trujillo, el uso de la coca se remonta al menos 5.000 años atrás. Junto a las momias de los niños "capacochas", hallados en un santuario a 6.700 metros de altura en el Volcán Llullaillaco, se encontraban ofrendas con hojas de coca.
En 1504, Américo Vespucio sería el primer europeo en describir, un tanto azorado, el consumo que testificó mientras recorría las costas de lo que hoy es Panamá.
"Todos tenían los carrillos llenos por dentro, de una yerba verde que rumiaban continuamente como bestias", dice en su diario. "No podíamos entender el secreto ni con que fin lo hacían", concluye el marino.
En los Concilios Eclesiásticos de 1551 y 1567, los Arzobispos de la Iglesia Católica en el naciente Virreinato del Perú denunciaron formalmente su uso como una práctica de idolatría, mientras que una proclama real precisaba que sus efectos eran el producto de una ilusión diabólica, razón que también indujo a la Corona a prohibir su uso.
Sin embargo, la Corona Española y la misma Iglesia Católica cambiaron de posición y justificaron el uso de la coca. Es así que el Virrey Toledo, mediante Ordenanza Real del año de 1573, autorizó nuevamente el consumo de la hoja de coca, costumbre que también adquirieron muchos españoles.
Tal cambio de actitud se basaba en los grandes beneficios económicos que podían relacionarse con su consumo y comercialización.Es que debido al arduo trabajo en las minas, la demanda de la coca duplicaba a las de ropa y alimentación.
En las minas de plata del Cerro Rico que afirmaban a Potosí como capital financiera mundial utilizaba en los duros trabajosa indigenas que mascaban coca para poder mantenerse en las rigurosas condiciones de trabajo. Ello no dejo de evitar el ocultado mayor genocidio de la Historia Humana.
También el uso resultaba satisfactorio para la iglesia católica, ya que el Rey le había establecido un diezmo a la producción de coca que que iba a parar al mantenimiento de obispos e iglesias.
Hacia 1800, por el norte argentino, en esa época constituyente del Virreinato del Rio de la Plata se recibian constantemente tráfico de mulas con coca. En el Archivo Histórico de la Provincia de Salta se conservan las constancias del ingreso de coca en la mercadería de tráfico. Con la rúbrica del padre de Martín Guemes, se consignan que el valor de sesenta cestos de coca era de 1.090 pesos, cifra equivalente a una pequeña fortuna.
Mas modernamente, en la primera mitad del siglo XX, la coca formó parte del jornal del zafrero de los ingenios azucareros y de los trabajadores del ferrocarril del norte argentino. Retomó así su sentido original de moneda, a la vez que constituyó parte de la dieta de los obreros de la región. Sólo entre 1920 y 1925, Bolivia exportó directamente a los ingenios 280.536 kilos del vegetal. Se volvía a repetir la relación explotación-economía, ahora manejada por terratenientes, comerciante e industriales modernos.
Hoy, 500 años después de la conquista de América, las drogas modernas siguen destinadas a mantener el modelo de explotación, codicia y muerte. Seicientos mil millones de dolares circulan todos los años por el mundo con el narcotráfico. No son solo los carteles de la droga los delincuentes, sino junto a ellos, los banqueros que lavan el dinero cubiertos bajo el secreto bancario y los paraisos fiscales. No hay Policia Federal, AFIP, Gendarmería, o Policia Aduanera que los encuentre. Y cuando saltan delitos, como en estos días, saben que quedan todos salpicados.
Pero como siempre decimos…Esa, esa es otra Historia.
APA. 23 de Setiembre de 2008
