Un chico de
Para que se conozca, para que se recuerde, es necesario reforzar la memoria cada año para que nunca mas vuelva a pasar.
Si bien la dictadura quemó más libros que discos y persiguió más a la literatura que a la música, la censura y la intimidación sitiaron aquella producción musical que el régimen consideraba "disolvente". El folclore, por ejemplo. Esos eran "discos guerrilla", y sus artífices, a los que nunca veíamos por televisión y difícilmente oíamos por la radio, eran peligrosos "comunicadores llave", agentes culturales que difundían la ideología “extrana al ser nacional” como se decía por ese entonces y despertaban conciencias adormecidas, instigándolas a la rebelión.
¿Por qué tanta dureza ?..... Sucedía que la buena música no se bailaba. Alguna vez, la música popular había ocupado, sin distinción de estilos el ejercicio del baile. Pero desde los 60, o quizá un poco antes, la situación había cambiado, para llegar al período de la dictadura con una buena porción de la música popular convertida en géneros intelectivos, ajenos al baile —si bien no necesariamente a otras formas de festividad. En otras palabras, el dilema entre la escucha y el baile se había politizado. Trazando genealogías, el recital recordaba y participaba en las miles de voces que coreaban las canciones moviendo los cuerpos, el baile olvidaba.
Un secreto listado de canciones y cantantes “no convenientes” circulaba por las emisoras, la famosa “Lista Negra”.Los servicios rastrillaban las disquerías del Centro y los barrios en busca de discos de Mercedes Sosa, El Dúo Salteño, Víctor Heredia, Horacio Guarany, Los Andariegos, Alfredo Zitarrosa, Danile Biglieti,Sui generis, Nacha Guevara, Pedro y Pablo. Entre las tapas de discos prohibidos están "Traigo un pueblo en mi voz" y "Yo no canto por cantar", de Mercedes Sosa; "América Joven Vol. III" y "Hombre en el tiempo", de César Isella; "Razones" y "Víctor Heredia canta a Pablo Neruda", de Heredia; "Canciones folklóricas de América", de Víctor Jara y Quilapayún; "Quereme … tengo frío", de Marilina Ross; "Corazón sudamericano", de Pedro y Pablo, y "Pequeñas anécdotas sobre las instituciones", de Sui Generis. Y si con ello no era suficiente, la prohibición de recitales y el exilio, hicieron el resto para acallarlos y acallarnos.
Desde aquel 15 de septiembre de 1980 cuando se firmó el decreto 22.285; el gobierno militar terminó sellado así la norma que habría de regular la radio y la televisión en el país, una norma con la impronta de
Esta ley, en dicho momento, concentraba el manejo de la comunicación en el Poder Ejecutivo Nacional, para ello se creó el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER), como organismo de autoridad de aplicación.
Hoy, 29 años despues, no por casualidad, son esta Ley de Radiodifusión y la ley de entidades financieras las únicas leyes heredadas de la dictadura que han sobrevivido a cuatro presidentes democráticos, Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando De
Y ahora, luego de varios años de cajoneada la nueva Ley, días atrás la presidente presentó un nuevo proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Social. Mientras tanto seguiremos padeciendo los embates del poder ejecutivo y del ex presidente en funciones contra los medios, similar a como pensaban los militares del 76, cuando el matrimonio presidencial malamente intuyen que la sola enunciación de una noticia o una una canción humoristica del 1999, como “Porque la votaste”, fuera acción suficente para desestabilizar a un gobierno democrático.
Pero como siempre decímos, esa , esa es otra Historia.
APA. 24 de Marzo de 2009
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