Se organizan grandes desfiles y una exposición universal.
Se cursan invitaciones a todos los reyes y gobernantes del mundo occidental pero sólo acepta el convite la Infanta Isabel de España.
Otro invitado ilustre de 1910 fue G. Bevione que escribió sus experiencias de su paso por la Argentina en un libro llamado “L’Argentina”, publicado en Turin en 1911.
En aquella era de bonanza y derroche Bevione señalaba que existía una arraigada corruptela pública y que no funcionaba la justicia.
El autor registraba que se dilapidaba los dineros publicos con fines demagógicos o simplemente exibicionistas. Indicaba que los servicios públicos doblaban en costo a los mismos de una ciudad como Londres. Le asombró la voracidad que tenía la gente por recibir pensiones del erario público como si se tratase de un derecho natural. Una frase era lapidaria :”La Argentina es un país donde el poder judicial no tiene independencia y el poder ejecutivo no tiene frenos”.
Entre los entretenimientos conmemorativos se encontraba el Circo de Frank Brown. El gran payaso norteamericano había instalado su carpa en Florida y Paraguay. Los "pitucos" decían que afeaba la ciudad y llenaba esa zona elegante de gente indeseable. Es que Frank abría su circo a todas las clases sociales y no cobraba entrada a los niños pobres. Grupos nacionalistas que actuaban con total impunidad incendian el circo de Frank Brown. El fuego "patriótico" arrasó tambien con la alegría infantil.
La Revolución de Mayo era ya sólo un recuerdo.
Hoy, en visperas de conmemorar el segundo centenario patrio, las antiguas y corruptas costumbres siguen vigentes. Ya no hay circos que incendiar, sólo se contentan con bajar la edad punitiva para los delitos o hacer que los cirujas pagen el monotributo. En definitiva, se sigue persiguiendo a los jovenes marginados y a los pobres desplazados. 100 años despues de aquel centenario la injusticia es la misma.
Pero como siempre decimos….esa, esa es otra Historia.
APA. 5 de Noviembre de 2008
