El Historia, Es Actual

El Pasado se ve reflejado con una mirada crítica en nuestro presente.


Las crónicas han sido desarrolladas en nuestro programa radial QSVT en FM Abril, Rosario.

PEQUEÑAS DELICIAS DEL NACIMIENTO DE LA NACIÓN.

Cuando los diputados en Tucumán declararon la Independencia, una de las disposiciones inmediatas fue enviar diversas actas de variado contenido a Buenos Aires. entre ellos, el acta de la Independencia con la firma de los 29 diputados El Congreso comisionó a un oficial porteño, el ayudante mayor del regimiento 8, Cayetano Grimau y Gálvez, de 21 años, para que transportara los documentos desde Tucumán.
Tal vez no se le dio la importancia que merecían esos documentos. De hecho, Grimau viajó sin custodia y al sable que portaba le faltaba parte de la hoja. Grimau hizo una escala en la ciudad de Córdoba. El gobernador cordobés –el coronel José Javier Díaz, fanático artiguista y enemigo de Buenos Aires– le ofreció un soldado para que lo acompañara. Grimau aceptó gustoso.
Así fue que cuando ya circulaba por el sur de Córdoba,se le unió a Grimau, y su escolta, tres hombres, cuyo líder era José “el Inglés” García, soldado de Artigas y que llevaba correspondencia del Gobernador a Artigas. En la mañana del 2 de agosto de 1816, cerca de la posta de Cabeza de Tigre, en Córdoba, los jinetes se toparon con una galera. En ella viajaba el sacerdote Miguel Calixto del Corro, diputado por Córdoba en el Congreso de Tucumán, quien llevaba una escolta personal de seis hombres armados con espadas y pistolas. El diputado tenía más custodia que las actas del Congreso de la Independencia.
Mientras Garcia conversaba con el diputado del Corro, Grimau, atendiendo a necesidades fisológicas, se dirigió hacia unos yuyales. En eso estaba el chasqui de la Independencia cuando el “el Inglés” García, le puso un trabuco en la espalda –mientras otro hombre lo amenazaba con un facón– y le ordenó que entregara todos los papeles que llevaba. La nutrida escolta que acompañaba al diputado por Córdoba no movió un pelo. García aseguró que cumplía órdenes del diputado Del Corro. Ejecutado el robo, el Inglés y sus secuaces huyeron con las actas en su poder.
En cuanto Grimau llegó a Buenos Aires, denunció el robo. Pero el acta de Independencia nunca más apareció: las que hoy vemos son copias, pero el original manuscrito parece haberse perdido para siempre.

Hoy, a casi 200 años de este hecho, como si se quisiera borrar los acontecimientos robando los documentos, los nuevos protagonistas pretender torcer la realidad de la respuesta electoral del pueblo ante la politica K con interpretaciones ilusorias.
Y, aunque cambien los libretos y eligan nuevos actores, nada vuelve para atrás

Pero como siempre decimos…esa, esa es otra Historia.


APA. 14 de Julio de 2009