El Historia, Es Actual

El Pasado se ve reflejado con una mirada crítica en nuestro presente.


Las crónicas han sido desarrolladas en nuestro programa radial QSVT en FM Abril, Rosario.

LOS EXILIOS DE SAN MARTIN

San Martín había puesto proa a su patria, después de cinco años de exilio, al enterarse de la caída de su enemigo Rivadavia y del ascenso de su ex oficial, a quien mucho respetaba y quería, Manuel Dorrego. Pero los acontecimientos se precipitaron luctuosamente durante su travesía. Al llegar Río de Janeiro se entera del derrocamiento de Dorrego por parte de Lavalle, llegando ya a puerto se entera de su fusilamiento. Decide permanecer a bordo sin descender en Buenos Aires.
La presencia de San Martin en la escena politica agita las aguas.Las intrigas se suceden. Los prohombres del partido unitario lo tratan con una prevención rayana en lo agraviante. José María Paz, gobernador interino, informa a Lavalle de la inesperada aparición. Le escribe: "Calcule usted las consecuencias de una aparición tan repentina". Al referirse al Libertador lo hace como "el rey José", mote despectivo referente a sus tendencias monarquizantes.
El propio General Paz, Ministro de Guerra, le escribe a Lavalle el 9 de febrero de 1829:
“Mi querido Lavalle…otro incidente tengo que contar a Ud. Este es la llegada de San Martín…el 7 le escribió a Díaz Vélez….él hasta la fecha no ha desembarcado y por el temor y espíritu de su carta es de esperar que no lo hará. Sin embargo calcule Ud. las consecuencias de una aparición tan repentina. Es probable que la oposición desahuciada desesperada por la falta de un conductor que la guíe se fije en este hombre y le haga propuestas seductoras ".
La prensa adicta, tampoco ahorra diatribas. El pasquín unitario “El Pampero” le tira la primera piedra, bajo el título “Ambigüedades” dice”:
“En esta clase reputamos el arribo inesperado a estas playas del General San Martin…este General ha venido a su país a los cinco años de su ausencia, pero después de haber sabido que se han hecho las paces con el Emperador de Brasil”.
Desde Montevideo, San Martin esperando tomar una decisión, escribe varias cartas.
El 6 de abril de 1829 le escribe a Guido:
“Las agitaciones de diez y nueve años de ensayos en busca de una libertad que no ha existido…hacen clamar a lo general de los hombres por un gobierno vigoroso, igualmente convienen para que el país pueda existir es de necesidad absoluta que uno de los dos partidos desaparezca…al efecto se trata de buscar un salvador que reuniendo el prestigio de la victoria, el concepto de las demás provincias, y más que nada un brazo vigoroso que salve a la Patria de los males que la amenazan...”
El 14 de abril de 1829 San Martín, recibe en Montevideo una comitiva que le trae una propuesta de Lavalle, que San Martín rechaza en los siguientes términos:
“Montevideo, abril 14 de 1829. Los señores Trolé y Juan A. Nelly me han entregado la de Ud. del 4 del corriente; en ellos le dirán cual ha sido el resultado de nuestra conferencia; por mi parte siento decir a Ud. que los medios que me han propuesto no me parece tendrán las consecuencias que Ud. se propone para terminar los males que la afligen a nuestra patria desgraciada…”
Fiel a sus principios, San Martin aconseja en esa misma carta enviada a Lavalle:” “una sola víctima que pueda economizar a su país le servirá de un consuelo inalterable...”
La propuesta de Lavalle queda en claro en carta que San Martin le envía a O´Higgins el 19 de abril, con copia de su respuesta:
“...su objeto era que yo me encargase del mando del ejercito y provincia de Buenos Aires y transase con las demás provincias a fin de garantir por mi parte y el de los demás gobernadores a los autores del 1° de diciembre (asesinato de Dorrego) …por otra parte los autores del movimiento del 1° de diciembre son Rivadavia y sus satélites y a Ud. le consta los inmensos males que estos hombres han hecho no solo a este país sino al resto a América con su infernal conducta”:” Si mi alma fuese tan despreciable como las suyas , yo aprovecharía esta ocasión para vengarme de las persecuciones que mi honor ha sufrido de estos hombres; pero es necesario señalarles la diferencia que hay de un hombre de bien, a un malvado..."
Así se ponía nuevamente por encima de ese grupo de “iluminados”, y antes de alejarse definitivamente, le dice al General Tomás de Iriarte, exiliado en Montevideo:
“Sería un loco si me mezclase con estos calaveras. Entre ellos hay alguno, y Lavalle es uno de ellos, a quien no he fusilado de lástima cuanto estaban a mis órdenes en Chile y en Perú…son muchachos sin juicio, hombres desalmados...”
Su figura, lejos de minimizarse se hace mayor por la grandeza de su decisión de un nuevo exilio.

Hoy, a 179 años de este hecho, muchos militares que deshonrraron en los 70 el uniforme aún siguen siendo juzgados por haber masacrado y desaparecido a miles de argentinos, en una lucha interna a la que San Martín siempre renunció.

Pero como siempre decimos, ...esa, esa es otra Historia.

APA. 14 de Agosto de 2008